Al Gobierno le quedan poco más de 100 días para reglamentar la expedición de registros sanitarios.
Una fuerte pero silenciosa guerra están protagonizando las farmacéuticas nacionales y multinacionales alrededor de las exigencias que deberán establecer las autoridades para los permisos de venta de los medicamentos biotecnológicos.
Al Gobierno le quedan poco más de 100 días para reglamentar la expedición por el Invima de los registros sanitarios –permisos de comercialización– de los biotecnológicos, que en este momento se otorgan con las normas para medicamentos químicos.
La decisión, en manos del Ministerio de la Protección Social, puede facilitar o limitar el acceso de la población a estas medicinas para enfermedades como cáncer, artritis reumatoidea y esclerosis múltiple, que hoy son las más costosas y encabezan el listado de los productos más recobrados al sistema de salud, cuyas finanzas entraron en cuidados intensivos.
Los biotecnológicos son el resultado de manipulaciones científicas de organismos vivos que al interactuar con el cuerpo humano generan efectos específicos en pacientes con enfermedades como las señaladas y se clasifican en innovadores –los que inventan las multinacionales- y los biosimilares, de igual alcurnia que los anteriores, producidos por laboratorios fabricantes de genéricos.
Para el ministro de la Protección Social, Mauricio Santa María, esa reglamentación “no debe limitar la competencia, impidiendo el acceso al mercado de competidores de calidad”.
Y la competencia, como en cualquier mercado, debe reflejarse en precios razonables.
El presidente de Afidro (gremio de las multinacionales farmacéuticas), Francisco de Paula Gómez, aseguró que promueve la introducción de biosimilares a Colombia, y que la reglamentación tiene que garantizar que los medicamentos son seguros y eficaces, lo que tiene que demostrarse con pruebas, “lo cual requiere inversión y muchos no quieren hacer los estudios preclínicos y clínicos”.
La regulación sobre los biotecnológicos, señaló el presidente de Asinfar (de las farmacéuticas nacionales), Alberto Bravo, tiene que ser moderna, exigente en calidad, eficacia, seguridad y procompetitiva, es decir, “que lleven a una moderación significativa de los monopólicos de las multinacionales”, incluyendo los precios”.
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