Enero de 2012
Por la Dra. Mendibe
Este artículo nace de una preocupación personal y el asombro ante una noticia que a medida que suscita mayor repercusión en los medios de comunicación e internet  pierde interés para la comunidad científica.
Dra. Mar Mendibe
E
n el año 2008 el Dr Zamboni, cirujano vascular de la universidad de Ferrara (Italia), publicó un estudio sobre la relación entre la insuficiencia venosa cerebroespinal (CCSVI) y la esclerosis múltiple (EM). Esta teoría ya había sido deshechada hace muchos años pero con este artículo se reabrió el debate. En su trabajo sugería que la EM, una enfermedad que hoy en día todo el mundo considera autoinmune, podía tener relación con este problema vascular. Describió unas alteraciones en el drenaje venoso del cerebro y médula caracterizados por estrechamientos o estenosis, oclusiones venosas, alteraciones vasculares en las venas yugulares y ácigos. Hallazgos que también se encuentran en otras enfermedades neurológicas. La hipótesis defiende que esta alteración provocaría una incapacidad de las venas para drenar al cerebro, alteraciones en la barrera hemato-encefálica que hacen que las partículas de hierro se depositen en el cerebro, lo que ocasionaría una respuesta inapropiada del sistema inmune desencadenante de la EM.
Posteriormente investigadores de la universidad de Buffalo, liderados por el Dr. Zivadinov realizaron estudios con un grupo más amplio de pacientes con el objetivo de seguir estudiando la posible relación entre la EM y  la insuficiencia venosa cerebro-medular. Estos trabajos presentan grandes limitaciones científicas, adolecen de un método científico y varios grupos de investigadores han intentado replicar  los resultados sin conseguirlo.
Existen argumentos sólidos para NO recomendar este tratamiento, ya que carece de toda base científica
A partir de esta hipótesis vascular, han aparecido trabajos en pequeños grupos de pacientes, en los que se propone un tratamiento quirúrgico para la EM, mediante técnicas endovasculares (angioplastia transluminal percutánea o colocación de mallas o “stents”) en la vena yugular interna y la vena ácigos. Estas técnicas intentan abrir las venas obstruidas o insertar stents para ayudar a que permanezcan abiertas. Estas intervenciones no están exentas de efectos secundarios o complicaciones, como problemas circulatorios o la migración de uno de los “stents” hasta el corazón, hecho que ha ocurrido en uno de los enfermos intervenidos, con el consiguiente riesgo vital.
La CCSVI no parece ser la causa ni la consecuencia de la EM. No está presente en todos los afectados
En el congreso internacional de EM (ECTRIMS y ACTRIMS) celebrado en Ámsterdam en octubre del 2011, una de las reuniones de mayor nivel científico, hubo una sesión dedicada a este controvertido tema. Se concluye que actualmente existen argumentos sólidos para NO recomendar este tratamiento a nuestros pacientes de una forma sistemática, ya que carece de toda base científica. La CCSVI no parece ser la causa ni la consecuencia dela EM. Noestá presente en todos los afectados. En muchos pacientes en los que se ha realizado la intervención no se han obtenido mejorías o han sido transitorias, posiblemente relacionadas con el efecto placebo, que como se sabe es más fuerte cuanto más invasivo es el procedimiento e incluso puede contribuir a  mejorar algunos parámetros en los análisis clínicos. No existe  ningún grado de evidencia científica que relacione la causa de la EM con la CCSVI ni demuestre la eficacia de dichos tratamientos. Es totalmente desaconsejable la práctica de dichas intervenciones fuera de un ensayo clínico controlado que cumpla los pertinentes requisitos legales. Sólo se recomendaría dentro de un protocolo de investigación riguroso, multicéntrico, clínica y metodológicamente aprobado por los comités de ética, que cuente con las protecciones de seguros complementarios pertinentes y responsabilidades del gasto a costa de los investigadores y promotores del estudio.
Es comprensible que está hipótesis genere mucha expectación en los pacientes; la difusión en los medios de comunicación e internet ha fomentado esta circunstancia. Es responsabilidad nuestra que entre todos (médicos, pacientes, asociaciones…) contribuyamos a aportar una información fiable y veraz sobrela EM. Estonos ayudará a  avanzar enla investigación. Enlos últimos años la relación médico paciente está cambiando pero se sigue basando en el respeto y confianza mutua. Cada cual elige.