A veces, frases como '¿Dónde dejé las llaves?' nos preocupan más de la cuenta. Abecé de la memoria.
Pocos ponen en duda que la memoria es la protagonista principal de las funciones del cerebro. Por eso es entendible que cualquier persona experimente preocupación o hasta angustia cuando se ve asaltada por olvidos.
Los afectados tienden a encontrar en el envejecimiento o el incipiente desarrollo de males como el alzhéimer una explicación, la que está más a la mano. Pues la buena noticia es que esos olvidos no siempre están relacionados con problemas graves del cerebro. (Lea también: No olvide a su memoria / Le tengo el remedio.)
¿Cómo funciona?
Hay dos tipos de memoria: la de corto y la de largo plazo. La primera, que también se llama “memoria de trabajo”, se encarga de almacenar por corto tiempo una información para poder cumplir una función o desempeñar una acción. Por ejemplo: el cerebro recuerda que debe marcar un número de teléfono o sacar el jugo de la nevera; ejecutadas ambas acciones, la información se borra.
Esta memoria inmediata puede perder calidad con el paso de los años. Ejemplo de eso son esas personas mayores que dicen cosas como “¿De qué hablábamos? ¿Qué fue lo que me dijo?”.
Esto no significa que los afectados tengan un daño severo o masivo; de hecho, en estos casos, la memoria puede afianzarse con concentración y atención.
La memoria de largo plazo es algo más compleja y extensa. Esta se divide en dos categorías: la explícita y la implícita.
La explícita es muy relevante y sobre ella se estructuran las principales funciones mentales humanas; esta se divide, a su vez, en dos: la episódica y la semántica.
Sin enredar la pita se puede decir que la episódica es la que se encarga de responder los qué, cómo, cuándo y dónde de las cosas, y se asocia, aunque no siempre, con eventos recientes como “¿Dónde dejé las llaves? ¿Cuándo me dijo eso? ¿Qué desayuné hoy?”.
La episódica también se encarga de sacar la información cuando surgen preguntas como “¿Dónde estaba usted cuando tumbaron las torres gemelas?”
Es normal que esta memoria disminuya con el paso de los años, de modo que si a una persona se le olvida dónde dejó las llaves, no necesariamente quiere decir que esté enferma.
Sí, tenemos disco duro
La memoria semántica (segunda categoría de la memoria explícita) responde por todos los hechos y conocimientos adquiridos por una persona. Es el disco duro de la gente y responde por las experiencias de la vida. A mayor educación y edad, mayor conocimiento y mejor memoria semántica. Normalmente no se pierde con la edad y explica el hecho de que la vejez sea imagen de sabiduría y experiencia.
La memoria implícita es la del largo plazo y le competen las respuestas automáticas. Se encarga de las instrucciones guardadas para actuar en situaciones sencillas, como caminar, montar en bicicleta o bailar. Permite ejecutar actos automáticos, como masticar o pestañear, y le recuerda a uno cómo actuar ante situaciones difíciles, emotivas, dolorosas o peligrosas.
Por qué los olvidos
La amnesia no hace parte del envejecimiento normal, aun cuando es cierto que los adultos mayores pueden tardar más tiempo en aprender nueva información y recordarla, pero con un poco de esfuerzo y paciencia siempre lo logran. Algunas personas son más olvidadizas, lo cual puede deberse a razones de salud, como depresión, males cardíacos, trastornos de la tiroides y deficiencias vitamínicas. También puede ser el resultado del efecto secundario de algún medicamento.
CARLOS ALBERTO CANO
M. D. GERIATRA, DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ENVEJECIMIENTO, DE LA U. JAVERIANA
PARA EL TIEMPO
M. D. GERIATRA, DIRECTOR DEL INSTITUTO DE ENVEJECIMIENTO, DE LA U. JAVERIANA
PARA EL TIEMPO
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